lunes, 26 de noviembre de 2018

El canto, la música y la voz de muchas aguas (homilía pro vida)

Nos preguntamos cómo tanta gente cree en la ideología de género. Algo tan absurdo y carente de lógica está presente en los medios, las universidades, la política, el espectáculo. Una ideología a la que le falta todo el sentido común se impone en una guerra cultural que amenaza a las familias.

Ante esa voz que se ha levantado insolente y amenazante, se contrapone la Palabra De Dios. El libro del Apocalipsis tiene dos imágenes muy sugestivas que nos sirven para descubrir la fuerza de la Palabra ante la locura de las ideologías: Oí entonces una voz que venía del cielo, semejante al estrépito de un torrente y al ruido de un fuerte trueno (Ap 14, 2). Con esta imagen del estruendo de las aguas Dios nos revela que ese ruido es capaz de imponerse a cualquier otra voz. Así como millones de gotas de agua, que chocan unas con otras desde diversos ángulos y a diversas velocidades, producen un elenco de frecuencias sonoras que recubren cualquier sonido, así también es la Palabra de Dios que domina sobre cualquier otra palabra.

A la voz del engaño abortista y de género que nos dice que el embrión es sólo un amasijo de células, o que el suicidio asistido se llama "muerte digna", o que cada uno de nosotros llevamos por dentro el sexo contrario, se contrapone la belleza y la profundidad de la Palabra de Dios que nos enseña la verdad de la creación del hombre y la mujer, la belleza de la ley divina del no matarás, del honrarás a tu padre y a tu madre, del amor a la familia, la santidad del matrimonio, del respeto y la veneración a los ancianos y del embrión conocido y amado por el amor de Dios en el vientre materno. Ante la belleza de la Revelación cristiana, sin duda la ideología de género, más temprano que tarde, caerá bajo el peso de su propia locura.

La otra imagen que utiliza el Apocalipsis es la de la música y el canto: Esa voz era como un concierto de arpas: los elegidos cantaban un canto nuevo delante del trono de Dios (Ap 14, 2-3). Un canto se compone de la palabra unida a la música. La Palabra De Dios es poderosa porque es Jesucristo que es la Verdad. La música es el símbolo de la inspiración, de tener un mismo espíritu, de compartir.

Quienes luchamos por proclamar el Evangelio de la Vida hemos de beber de la Palabra y hacerla música, compartirla juntos, hacer un solo canto, crear unidad, comunión, comunicación, apoyo, ayuda recíproca, celebración gozosa. Eso nos hará fuertes contra el engaño de la ideología. Hemos de seguir reuniéndonos para profundizar en nuestra fe y ser testigos, unos a otros, del triunfo de la vida sobre la muerte.

La ideología de género ha hecho su apuesta por la cultura de la muerte. Ellos apuestan a que no existe la naturaleza humana, ni la verdad, ni un Dios al que hay que servir y rendir cuentas, y que la vida se puede despreciar y manipular al propio antojo. Los cristianos que creemos en el Evangelio apostamos todo por Dios. Estamos dispuestos a perder la vida para ganarla toda en la eternidad. En este choque de apuestas por causas tan antagónicas estamos llamados a la radicalidad sin darnos por vencido.

Días antes de su muerte, Jesús de Nazaret, que iba a entregarse a su pasión y muerte en la Cruz dándolo todo, buscaba personas de entrega total. Sus ojos vieron a una viuda pobre que, en dos monedas que echó en la alcancía del templo, daba todo lo que tenía para vivir. Si queremos ser pueblo de la vida hemos de ser como esa viuda, que lo dan todo para que cada vez más personas conozcan el Evangelio de la vida, y cómo Jesús y su mensaje ilumina plenamente la existencia de todo hombre.

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