domingo, 2 de octubre de 2016

Los medios y la Marcha por la Familia

Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. (Mt 5,14)

La Marcha por la Familia en la Ciudad de México, el pasado sábado 24 de octubre, fue una de las marchas más multitudinarias en la historia de la capital. Por el número de participantes –se calcula que fue superior a las 400 mil personas– y por la controversia generada en torno al tema del matrimonio, la noticia debió haber ocupado la primera plana en noticieros y periódicos. Pero la prensa, salvo honrosas excepciones, decidió ignorar y callar.

El Universal publicó en su página de internet, ese sábado, que a la marcha del Frente Nacional por la Familia habían acudido entre 15 y 20 mil personas. Pero además alternó la noticia con la contramarcha que realizaron grupos de personas homosexuales al otro lado del Ángel de la Independencia, cuyos participantes no superaron las 500 personas. La diferencia de participantes entre ambas marchas fue descomunal y, sin embargo, la prensa, en general, les dio el mismo trato.

El mensaje que llega a los lectores y televidentes es que la causa verdaderamente importante es el matrimonio igualitario, que la familia natural es anacrónica y que se están pisando los derechos humanos de los grupos LGBTI. Nos preguntamos ¿qué clase de ética profesional tienen tantos medios de comunicación en México, que proclaman que el periodismo debe hacerse con objetividad y veracidad, cuando en realidad ellos se hacen de la vista gorda, manipulan los hechos y maquillan los datos, demostrando así que están al servicio de la ideología de género y de intereses oscuros?

La mayoría de los medios hoy se han vuelto contra la familia natural, haciéndola ver como una realidad anacrónica, aunque las marchas más multitudinarias en la historia de México digan lo contrario. Los profesionales de la comunicación maquillan los acontecimientos para que no veamos el verdadero sentir popular a favor de la familia natural. Una gran cantidad de periodistas y comunicadores se han puesto al servicio de la agenda LGBT, quien está marcando la línea editorial en la radio, la prensa y la televisión. ¿Por qué sucede esto?

Hace casi 80 años murió Antonio Gramsci, pensador comunista italiano, quien enseñaba que el triunfo del marxismo en Europa no se realizaría por la conquista del Estado para apropiarse de la sociedad. La estrategia sería a la inversa. La conquista sería ideológica, desde las bases, a través de la escuela, el arte y los medios de comunicación. Los medios deberían hacerse portadores del cambio de valores, creando una revolución cultural, desarraigada de la tradición cristiana.

 
Antonio Gramsci (1891-1937)
La estrategia de Gramsci está siendo seguida hoy por quienes, teniendo el poder político, quieren implantar un nuevo orden mundial, alejado de toda influencia cristiana o religiosa. La gran mayoría de los medios se quieren apoderar de la dirección intelectual de la sociedad, imponiendo un mundo de ideas, creando y difundiendo una determinada concepción del mundo y de la persona.

Curiosamente en torno a las marchas por la Familia murieron tres sacerdotes, dos en Veracruz y uno en Michoacán. Los tres fueron secuestrados y de dos de ellos se dijo que estaban borrachos, mientras que el otro estaba con un menor en un hotel. Son acusaciones irresponsables y sin fundamento, carentes de una investigación previa, que sólo pretenden enlodar el sacerdocio y la Iglesia. Y todo sucedió alrededor de las marchas del Frente Nacional por la Familia. Curioso.

Una de las estrategias que ideó Gramsci para destruir el pensamiento dominante de una sociedad es quitarle a la Iglesia su influencia intelectual, que no sea la dirigente de la cultura. Para ello habría que despojarla de su prestigio espiritual mediante una crítica continua y corrosiva. A través de la siembra de la duda y el desprestigio moral de sus líderes, se destruirían las creencias y la confianza del pueblo con quienes la dirigen. Es evidente que hoy, la estrategia gramsciana, está siendo implementada aquí y ahora.

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