viernes, 14 de noviembre de 2014

Caso Ayotzinapa, nuestro rol como católicos

Qué tal, padre Hayen, formo parte de Pastoral Juvenil de la parroquia de Nuestra Señora del Refugio. Le escribo para que me oriente y me dé su opinión acerca de lo ocurrido con los 43 estudiantes. Como joven y estudiante tengo sentimientos de impotencia y de desconcierto, pero sé que como católico mi posición no debe ser de anarquista ni mucho menos. Y es por eso mi siguiente pregunta: ¿cuál debe ser mi rol como joven católico en esta situación? No es menosprecio, pero en base a opiniones de otras personas, la oración les sienta corta. Le escribe, Julián Velo.

Estimado Julián:
El caso de los 43 estudiantes es una profunda y dolorosa herida que refleja el enorme desprecio que ciertos sectores de nuestro país tienen hacia la vida humana y la dignidad de la persona. Ciertos políticos y personas de las mafias se asocian para satisfacer su hambre de dinero y de poder, a costa de la vida de personas inocentes y a costa del verdadero progreso de México.

Comparto tus sentimientos de impotencia y desconcierto; así nos sentimos millones de mexicanos al ver la rampante corrupción que nos está destruyendo y que en Ayotzinapa ha encontrado su punto más crítico. Como ciudadanos de este país tenemos el derecho –y a veces el deber– de manifestar nuestra inconformidad con las autoridades públicas, pero hemos de hacerlo de manera firme y pacífica. El decepcionante espectáculo de jóvenes anarquistas que destruyen y saquean los bienes públicos y privados nos daña a todos, y sólo aumenta la barbarie y la confusión. A río revuelto ganancia de pescadores.

Como católico debes, en primer lugar, orar por la justicia y la paz en México. En la oración Dios nos aconseja y nos da su Espíritu para guiar nuestras acciones y ahí, en la intimidad con Dios, el corazón se inflama de caridad. Cierto que a veces no basta la oración, pero ésta debe ser siempre el punto de partida de cualquier acción. A Dios rogando y con el mazo dando. Así que si decides manifestar tu inconformidad en marchas, plantones o en cualquier actividad, que tu expresión sea firme, pacífica y que esté inflamada por la caridad, es decir, por el amor a Dios y a tu prójimo. Nunca la anarquía ni la violencia, que ese no es el estilo de Jesús. 


Bendiciones, padre Hayen

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