domingo, 21 de septiembre de 2014

Domingo, día del Señor

El salario que Dios promete pagarnos es un super salario. Nuestro pobre trabajo en los campos de Dios, en realidad, no lo merece. Le ofrecemos pan y vino y Él, en cambio, nos entrega al Verbo Eterno. Nos reunimos en la Eucaristía, asamblea humana, y Dios, a cambio, nos introduce en la familia de la Trinidad. Le ofrecemos nuestra fe débil y Él, por contraste, nos promete ver a Dios cara a cara. Misterioso encuentro entre nuestra pobreza y la grandeza de Dios. Nosotros le ofrecemos las cosas que Él mismo nos ha dado y nos regala, a cambio, su misma divinidad. ¡Buen domingo!

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